En el país en el que por un resfriado te dan una baja, por sacarte una muela del juicio (sin infectar ni nada, pero que estaba saliendo a lo cabrón) te dan siete días sin trabajar. Y ¿cómo lo sé? Pues porque mientras escribo estas líneas no me siento la mitad de la boca. Y menos mal, porque si no estaría rabiando de dolor.
Hoy a las ocho he puesto el último examen que me quedaba antes de las vacaciones, y cuando han acabado de hacerlo, me he ido raudo y veloz al maxilofacial (mi dentista decía que era muy complicado, que ella no me la sacaba, así me mandó al cirujano) a que me tumbe, me sede y me saque hasta las entrañas. Yo me imaginaba que sería algo así
Y sin embargo fue algo bastante diferente. Ni me dolió ni nada (bendito sea quien inventó la anestesia) y ahora mismo la verdad es que apenas noto nada. Eso sí, algo me dice que cuando se me pase la anestesia lo voy a flipar en colores.
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