El primer día llegamos un poco tarde, pero justo a tiempo para que se nos acercaran personajes (se ve que cuando no está Baldomero, el imán de personajes lo tengo yo). Estábamos en la estación del aeropuerto para coger el metro hacia el hotel y de repente se nos acerca un tipo búlgaro que hablaba búlgaro, ruso y cuatro palabras de inglés con el billete de metro, me lo enseña y me pregunta "Perforation?". Una cosa es jugármela y no validar mi billete, otra es decirle a un tipo con pinta de mafioso del este y a su mujer que no se preocupen, que no hace falta. Porque si al final resulta que les ponen una multa, el que se levanta con una cabeza de caballo en la cama soy yo. Pero afortunadamente yo tenía razón y no hacía falta. Cuando el jefe de la mafia búlgara (Black Sea! Black Sea!) vio que le estaba ayudando de buen rollo, me sacó su smartphone y me empezó a enseñar fotos de sus casas y de su hija (siempre viene bien tener un yerno pringado al que echarle la culpa cuando la policía intente investigar al capo dei capi, pero como podéis imaginar, me resistí a sus encantos). Llegó el metro, nosotros nos bajamos y el mafioso y su señora siguieron a su hotel. Soltamos las maletas, nos compramos el billete de metro de 72 horas y a explorar el centro. Por las horas que eran, ya estaba casi todo cerrado, pero por lo menos pudimos ver la catedral por dentro (más o menos) la Kärtnerstraße y Graben de noche y llegamos hasta Michalerplatz, cenamos y de vuelta para el hotel a descansar.
Al día siguiente, desayuno de campeones en el hotel ¿os he dicho alguna vez cuantísimo me gustan los desayunos de buffet libre de los hoteles? Y de vuelta al centro a patear la ciudad de día, vimos la ópera por fuera, alguna iglesia y, como se puso a llover, nos metimos en Hofburg. Actualmente es la residencia del presidente de la república, pero a nosotros lo que nos interesaba es que era el palacio de la familia real, con el museo de Sissi y las habitaciones de la familia real. Me gustó bastante, pero llegó un momento en el que ya se me estaba haciendo un poco largo; es lo que tiene ir con audioguía, que veces se hace un poco monótono. Lo bueno de la audiguía es que cuando te hartas, paras en mitad de la explicación y a otra cosa (total, una semana después, de las tres horas de explicaciones sólo recuerdo que Sissí tomaba cocaína para los dolores de regla). Cuando acabamos nos fuimos a tomarnos un Schnitzel porque ya estábamos hambrientos.
El típico filete empanado de toda la vida, pero los austriacos están muy orgullosos de su plato nacional. |
A pesar de no llevar traje, Carabanchelero y yo nos seguimos pareciendo más a Richard Gere que a Julia Roberts. |
Previsores que somos, al día siguiente teníamos entradas reservadas para una visita a Schönbrunn. Los cordobeses tienen una parcelita en Alcolea donde pasan los veranos, una parcelita con su huerto, sus piscinita y su perro. La familia real austriaca tenía Schönbrunn, con sus 1441 habitacioncitas y su jardincito de 160 hectáreas (más de 300 campos de fútbol en la medida internacional estándar). Esta vez la visita no era con audioguía en español sino con persona-guía en alemán austriaco, lo cual me acojonaba un poco, porque el alemán austriaco no es el de Hannover. Pero la verdad es que fue bastante más amena que la de Hofburg, así que si podéis coger la guía de persona en vez de la audioguía os lo recomiendo porque sólo es tres euros más cara (si habláis alemán, claro). Después de recorrer los 300 campos de fútbol (o quizá no todos), ya nos fuimos a comer porque estábamos caninos y además estaba empezando a llover. Llovió tanto que después de comer salió el sol, así que cambiamos a Fígaro por el Danubio y el Riesenrad. El Riesenrad es una noria que está a la entrada de un parque de atracciones desde la que se ve una panorámica de Viena. Muy chulo todo, pero ya era de noche así que vimos Viena iluminada en lugar de ver Viena de día.
Al día siguiente Carabanchelero estaba malusquillo, así que sólo nos dimos una vuelta por el centro, yo comí algo, y de vuelta al aeropuerto, que por la tarde salía el avión de vuelta a Alemania.
Viena me ha gustado mucho, he visto parte de lo obligatorio para los turistas, y lo más importante: me han quedado ganas de volver, sobre todo para ver esas cosas que en 72 horas se te quedan fuera.
3 comentarios:
Me alegro mucho de que te haya gustado Viena.
Supongo que ya has visto esa noria en el cine, ¿verdad?
http://www.uhu.es/cine.educacion/cineyeducacion/peliculapropuesta.htm
Un abrazo.
Viena me gustó un montón, y la compañía también, así que hay que repetir. De lo de la noria me he enterado luego, pero ahora la veo con otros ojos :-P Por cierto, ¿ya no manda A. más correspondencia desde Moscú?
El Riesenrad es la noria donde se filmaron escenas memorables de El Tercer Hombre.
Y de otras películas, pero es que tengo debilidad por esa.
Me alegro de que te gustara Viena.
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