jueves, 8 de septiembre de 2011

Ya he vuelto

Pues sí, después de algunas horas de viaje y después de (sorprendemente) no tener problemas reseñables con la Deutsche Bahn, ayer a las 20:30 llegué a mi castillo.

En realidad salí de Córdoba el martes por la tarde, llegué a Madrid a casa de Chuni (a quien conocí en Galicia en agosto), cenamos nos fuimos de cañas y ayer muy temprano ya estaba camino del aeropuerto. Nada más llegar al aeropuerto, Jose (que se ibaa California) y yo fuimos a dejar sus maletas en su ventanilla de facturación, le dieron sus billetes y luego nos fuimos a la mía... ERROR nos fuimos a la que yo pensaba que era la mía (ya concéis el dicho "no pienses, que la cagas"). A ver, si yo compro un billete con Lufthansa ¿por qué luego el vuelo es con Spanair y tengo que ir a su ventanilla? Después de que la maquinita de imprimir billetes se tragara mi tarjeta de crédito y no me encontraran en el sistema, la mujer de la compañía me dijo que yo allí no pintaba nada, que da igual a quien le hubiera comprado el vuelo, que me fuera a Spanair y que allí me las apañara (Inciso: ¿Tanta gente va de Madrid a Frankfurt que ponen dos vuelos en menos de dos horas? Claro, así es normal que yo me confunda de vuelo y acabe yendo a la compañía que no me corresponde). Bueno, después de dejar la maleta, sacar los billetes, comer en un Subway (que mi estómago todavía me lo está recordando) y esperar unas horas por fín anunciaron el vuelo... vamos, anunciaron que llevaba retraso. Entonces me acordé de mi última vuelta por Frankfurt, de que entonces llegué a mi casa a las mil y me dieron los siete males.

Al final el retraso fue de menos de veinte minutos, y previsor que es uno (o que fui cuando compré los billetes de tren... pero no lo fui cuando NO me apunté el código de reserva y por eso pasó lo que pasó con la tareta de crédito), el primer tren salía más de una hora después de la llegada del avión, así que bastó con una simple carrerilla por el aeropuerto para coger el tren. Tren que, por supuesto, llevaba 10 minutos de retraso, pero la siguiente conexión no era de una hora sino de 14 minutos, así que me tocó correr otra vez. El caso es que al final llegué a mi casa sano y salvo y a una hora más que decente (aunque, por supuesto, los semáforos ya estaban apagados). Después de hablar con unos y con otros, hacer planes para hoy, deshacer/rehacer los del fin de semana, de ordenar lo que me había dejado por ahí (que al final con las prisas, en julio me dejé casi todo manga por hombro), cenar e internetear un rato, ya por fín pude acostarme en mi nueva flamante cama de 1, 60.

Y hoy, cuando me he levantado, me he encontrado con una interesantísima entrada en el blog de mortiziia. Lo que me recuerda que tengo que llamar al consulado para pedir cita y registrarme, que como ocurra alguna desgracia en el país no pueden evacuarme.

Ale, sed felices ;-)

2 comentarios:

José Alberto dijo...

He tenido el privilegio de ver a Antonio al borde de un ataque de nervios en un aeropuerto... lo que no está al alcance de cualquiera.

afra dijo...

Es verdad que verme al borde de un ataque de nervios es algo que poco gente ha visto. Estuve a punto de levatar una ceja en señal de nerviosismo ;-P