lunes, 26 de septiembre de 2011

De casualidad

El cuerpo me pide tierra. Y será que es lunes. Porque los lunes acabo hecho polvo (y eso que éste es sólo el segundo). Los lunes tengo ocho clases del tirón (antes, cuando el ministerio revisaba los horarios, eso estaba prohibido, eran un máximo de seis clases al día, y en casos muy excepcionales hasta siete).

Acabo la última clase con la cabeza como un bombo y sin ganas de nada. Sin embargo, aunque estoy supercansado (porque además he dormido unas cuatro horas, me acosté a las dos y media preparando y revisando actividades para mis alumnos de selcetividad), estoy bien de ánimos. Supongo que será por el fin de semana.

Y es que ya sabéis lo que me gusta quedar con la gente, y vernos, coger un tren y plantarme donde sea, pero un descansito de vez en cuando no viene mal (creo que la última vez que me quedé aquí y no recibí visitas fue en abril o mayo). Y es que en verdad ha estado bien el finde.

El viernes llegué muerto a casa, sin ganas de hacer nada ni preparar clases. Sólo vi un poco la tele, me metí en internet, cené un chuletón con ensalada y me fui a la cama feliz como un perdiz.

El sábado me levanté tardísimo (sobre las 11:30), preparé clases, puse una lavadora, cociné, compré un regalo y me fui a un cumpleaños (es lo que tiene, que la gente vuelve a cumplir años cada 365 días). Eso sí, esta vez sin el apoyo de Mar, allí estaba yo, solo ante 20 ó 30 alemanes (muchos conocidos/amigos míos, pero alemanes al fín y al cabo) sin dejar descansar el cerebro ni un momento, todo el rato, dale que dale, venga alemán, venga alemán, que sí, que me gusta (me encanta, de hecho), pero alguien sabio dijo: lo poco gusta y lo mucho cansa. Así que cuando la secretaria del colegio (con quien fui al cumpleaños) me dijo "bueno, cuando quiera nos vamos" me pareció un poco descortés decirle "vamonos ya", pero cuando al rato me dijo "¿qué tal si nos vamos dentro de diez minutos?" sinceramente ví el cielo abierto. Y luego, ya en mi casa, justo antes de irme a la cama, casi por casualidad encendí el portátil para ver el correo, y así de casualidad (las mejores cosas son las que ocurren de casualidad), tres horas más tarde me fui a la cama con una sonrisa de oreja a oreja.

Ya el domingo, que el finde llegaba a su fin, entre el solazo que hacía y que estuve trabajando en el jardín (regar, es lo que hice), estuve de buenas todo el día. Además la persepectiva de ir a tomarme algo (como si estuviera en Córdoba y me fuera a la Corredera), también me animó. Cuando acabé de preparme las clases (sólo me quedaba por terminar los materiales de una actividad), llamé a Cristina, me fui a Heilbronn, y allí de casualidad nos encotramos a Ruth (otra profe de español que trabaja aquí, pero vive allí). Después de tomarnos una cervecita y un Pfannkuchen en la ribera, acabamos cenando en casa de Ruth y pasándonos materiales para las clases (si es que en el fondo no dejo de trabajar ni cuando estoy relajándome). Y bueno, pues eso, que volví a mi casa, terminé de preparar los materiales (que me llevó ligeramente más tiempo del esperado). Y hoy a las 6:30 ya estaba en planta para ir al instituto a hacer fotocopias. Con unas ojeras hasta los tobillos, pero con lo ánimos por todo lo alto.

Ale, sed felices ;-)

jueves, 22 de septiembre de 2011

Biografía blogueril

¿Por qué existe Los mundos de afra?

Muchos de los que me leéis sois blogueros, así que supongo que la respuesta será parecida a ¿por qué existe La Sinécdoque? o ¿a qué viene la Segunda Parte? o ¿tiene Desparrunzando una razón de ser? o ¿por qué empezó Sachaloblipleis?

En realidad los mundos es una mera continuación del rinconcillo, me mudé aquí porque llegó un momento en que el rinoncillo llegaba sólo a algunas personas y por eso perdió su razón de ser. Todo empezó un fría tarde septiembre (en realidad una calurosa tarde de agosto, pero eso sólo fue una prueba); recién llegado a Berlín. Cuando llevaba allí menos de una semana y ya había escrito tres emails larguísismos que tuve que reescribir porque hotmail sólo deja mandar un correo a 50 personas del tirón, decidí hacerme un blog, no molestar en la bandeja de entrada y que quien quisiera saber cómo me iba por la-mejor-ciudad-del-mundo sólo tuviera que meterse en el blog.

Pero Berlín se acabó... y el blog estuvo a punto de acabar también (cuatro entradas en todo un curso ¿podéis creerlo?). Sin embargo, me volví a ir... y volví al blog, volví a contar lo extraño que se vuelve el mundo cuando te alejas unos metros de tu casa, y lo rara que puede parecernos a veces la gente. Cuando todo dejó de parecerme extraño, las entradas se espaciaron y el blog estuvo a punto de desaparecer de nuevo. Ya no había novedades, me parecía que todo era un bucle y repetir lo mismo una y otra vez no tenía mucho sentido (no me daba cuenta que no era monótono, simplemente había perdido la capacidad de sorprenderme). Además el blog era para contarle qué hacía a gente con la que de todas formas ya hablaba con cierta frecuencia, o veía en facebook (sí, en 2007 ya tenía facebook). Así que las entradas se espaciaban cada vez más.

Como siempre, la historia se repite. Me volví a ir, y retomé de nuevo el blog (entonces todavía era el rinconcillo). Y seguía siendo simplemente la respuesta a la pregunta ¿qué has hecho hoy? Pero empecé a mojarme un poco, a dar opiniones, a dejar simplemente de contar cosas, para empezar a opinar, el blog dejó de ser poco a poco una memoria de actividades, para convertirse en lo que se supone que es un blog - más o menos sobre esa época me mudé a blogger y el rinconcillo se convirtió en esto que leéis.

La vida en Duisburg tiene mucho que ver con el rumbo que tomó el blog. Tanto en Berlín como en Massachussets la vida era fantástica, aunque hubiera algunos días no tan buenos. En Duisburg era un poco al revés (imaginaros cómo sería que decidí volver a mi ciudad a ¡¡¡¡estudiar oposiciones!!!!), es cierto que el trabajo me gustaba y que me iba bien; y que estaban Santi, María y Soraya, que de no ser por ellos lo habría pasado francamente mal. Vivía en una ciudad que no me gustaba lo más mínimo y había días que no sabía muy bien por qué seguía allí. Así que el blog se convirtió en un desahogo, una válvula de escape (por eso a veces escribía cosas un poquito bestias).

Luego, como he dicho volví a Córdoba. Y necesitaba más que nunca una válvula de escape (quienes hayáis estado con unas oposiciones y sea eso lo único a lo que os dedicáis, sabéis bien de qué hablo). Además, como casi todo el mundo que me leía vivía en Córdoba conmigo, era como escribirle al viento. Me descuidé totalmente, el anonimato que se le supone a un blog no existía en absoluto.

Además como ese año mi vida se reducía a ir de mi casa a la biblioteca y de la biblioteca a mi casa (bueno, también iba a clase de alemán, era el único momento entre semana que hacía algo que realmente me gustaba), en el blog simplemente reflexionaba y daba mi opinión sobre esto y aquello y tampoco es que escribiera mucho (excepción: en los diez días que estuve en La Rioja escribí siete entradas, de hecho un día escribí tres entradas diferentes).

Suspendí las oposiciones, e hice lo que llevo haciendo ya muchos años, lo que mejor sé hacer: hice la maleta, me monté en un avión y puse rumbo a algún lugar. Un lugar lejos de mi familia, un lugar lejos de mi gente, un lugar en el que estaba bien, pero que sentía que me faltaba algo; un lugar en el que necesitba una válvula de escape. Un lugar que, a pesar de lo que parezca por lo que escribo aquí, me encanta (de hecho, me gusta cada vez más ¿me estaré alemanizando un poco?), pero en el que irremediablemente me siento incompleto.
En fín, a lo que iba después de tanto divagar (porque por si después de 206 entradas no os habéis dado cuenta, me gusta divagar), ¿por qué existen los mundos de afra?

Quizá empezó para que a casi 3000 kilómetros mis padres supieran que estaba comiendo bien y que la vida en genral me sonreía. Pero ahora la cosa ha cambiado, ahora lo necesito yo más que los demás (es como ir al psicólogo, pero gratis... y a la vista de todo el mundo). Ahora comprendo lo que me dijeron una vez del anonimato en los blogs. Así que por eso ahora no firmo con mi nombre, ni en la foto del perfil sale mi cara. Quienes sabéis quien soy, no necesitais ver más mi cara ni mi nombre. Y quienes llegásteis aquí por casualidad (que según veo en las estadísticas sois bastantes), simplemente imaginad que afra es mi nombre real y que en vez de tener cara soy un ojo marrón, grande como el ojo e Sauron.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Primera semana

La primera semana del curso se ha acabado y he sobrevivido. No ha sido difícil teniendo en cuenta que de las 27 horas que me corresponden (porque por ahora sigo teniendo 27 horas) sólo he dado 21, que hasta el miércoles tenía compañera de piso (y no era tan monótono volver al castillo), que el finde me fui al Weindorf (y esta tarde vuelvo), y que ayer me fui de cañas con los nuevos del programa.

Bueno, en realidad no iba de cañas. En realidad iba a contarles el programa desde la perspectiva de los profesores, a contarles un poco los problemas que tuvimos al principio, y cómo los solucionamos. A darles todo nuestro apoyo, y (sí, ¿para qué engañarnos?) a llevármelos de cañas. Como tengo la cabeza en algún sitio que no sé donde es, las direcciones web que tenía listas para darles y el resumen de lo que quería contarles me los dejé en mi casa. Así que al final acabé hablándoles poco de las clases (aunque sí que les hablé algo) y mucho del aspecto humano del programa. Básicamente les dije que si no querían venirse abajo más les valía hacer piña (lo admito, esto de "hacer piña" lo he metido con calzador, pero va con dedicatoria especial) en los billares del sótano de la Akademie. Sí, ahí se me fue la pinza, así que cuando me dí cuenta, para parecer aún más profesional de lo que soy arreglarlo, empecé a hablarles de las diferencias entre los alumnos españoles y los alemanes, de lo que podían hacer para conseguir materiales y recursos didácticos, y también les hablé de las otras formaciones (de las deformaciones les hablé ya en el bar). Pero vamos, que al final, tras la sugerencia (innecesaria, por otro lado, pues lo habríamos hecho igualmente) de Elke de irnos a Esslingen a tomarnos una Heffeweizen, allá que nos fuimos. Hicimos planes para este fin de semana y ya tienen abiertas las puertas de mi casa (¡¡como si alguna vez alguien las hubiera tenido cerradas!!).

Iba a escribir de la primera semana de trabajo y al final he terminado escribiendo de las cervezas que me tomé ayer por la noche. Pues algo parecido me pasó ayer, que quería hablar de trabajo, y al final salió el Antonio que hay dentro de Herr Rísquez.

Bueno, y ya que estoy, lo cuento. El principio de curso bien, mucho más relajado que el año pasado con la preparación de clases (en este caso la experiencia es grado importantísimo), pero con más horas lectivas en principio, porque estamos bregando a ver si me pueden quitar un grupo y me quedo con menos de 170 alumnos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Ya empezó el curso

Pues no sólo he vuelto, sino que este año hay (o ha habido, pero no sé si seguirán) más novedades de las que me esperaba.
Para empezar desde el sábado (y seguramente hasta mañana) tengo compañera de piso, es una de las nuevas profes visitantes, que mientras encuentra piso y se muda, se queda aquí. Pero hoy ya ha encontrado piso, ha firmado el contrato y seguramente mañana se muda, así que tampoco es mucha novedad. Lo que sí, que como este año se me han ido Aitor y Paula, pues he tenido que empezar a socializar a machas forzadas, y oye, he socializado bien. Con deciros, que el sábado fuimos a ver un piso (en realidad, ella fue a verlo, yo sólo acompañaba, que me saqué un máster en búsqueda de piso el invierno pasado) y al final acabamos cerrando el Weindorf de Heilbronn, creo que os hacéis una idea.
Y ahora otra novedad, el viernes fui a recoger mi horario, y me dieron la nada despreciable cantidad de 27 clases a la semana; como mi contrato es de 23 clases semanales y no me pueden dejar a deber porque no sé si me puedo quedar más años, pues fui a protestarle al jefe de estudios; pero el jefe de estudios no estaba el viernes, así que la subdirectora me dijo que ya el lunes se lo dijera y que ya lo arreglaríamos como fuera.
Hoy he ido a hablar con él, y las cuatro horas que sobran son de una clase de español, que no se puede anular, porque a esos alumnos hay que darles español y no se pueden repartir entre otros grupos porque por su horario no les coincide la clase con ningún otro grupo; además, aparte de Mar (que también está haciendo dos horas de más) no hay otros profes de español, pues no se lo puede quedar otro profe. Así que le he propuesto que me quite las tres horas de inglés que tengo, que aunque sigue sobrando una hora pues me la pueden pagar como horas extra, aunque las pagan menos que las horas normales (por eso prefiero tener una hora extra a tener cuatro horas extra).
En fin a lo que iba que luego me lío. Normalmente eso de darles horas de más a los profes es muy normal en Alemania, lo que hacen es que al año siguiente les dan horas de menos para compensar, pero claro, como yo no sé si me puedo quedar, pues me las tendrían que pagar. Lo importante, que el jefe de estudios me ha dicho, que si me decido a hacer el Anpassunglehrgang (exámenes+seminarios+vistas a clase+ otras cositas para convertirme en profesor funcionario aquí en Alemania) la escuela me apoyaría totalmente y me ayudarían con lo que fuera.
Pero claro, ahora la pregunta es ¿quiero quedarme aquí para toda la vida?

Y es que para quedarme aquí necesito una razón de mucho peso; sí, un buen trabajo fijo, con una tasa de paro como la de España de más del 20% (tasa de desempleo juvenil de más del 46%, y sí, por ahora soy joven) es una buena razón de peso; pero claro, con mi familia en España, con casi todos mis amigos en España (más o menos), y con el hecho de que la mayoría de mis amigos de aquí no están para quedarse, una potencial soledad es también una buena razón de peso para no quedarme. Y es que mientras no encuentre a quien me moje la orejilla, quien me diga cosas bonitas por las noches, quien me aguante las tonterías que tengo por las mañanas (que no son pocas), qunie haga que los días de lluvia y frío merezcan la pena... mientras no nos encontremos, me seguirá saliendo más a cuenta comenzar de nuevo cada septiembre, y que la novedad compense el estar lejos de casa.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Ya he vuelto

Pues sí, después de algunas horas de viaje y después de (sorprendemente) no tener problemas reseñables con la Deutsche Bahn, ayer a las 20:30 llegué a mi castillo.

En realidad salí de Córdoba el martes por la tarde, llegué a Madrid a casa de Chuni (a quien conocí en Galicia en agosto), cenamos nos fuimos de cañas y ayer muy temprano ya estaba camino del aeropuerto. Nada más llegar al aeropuerto, Jose (que se ibaa California) y yo fuimos a dejar sus maletas en su ventanilla de facturación, le dieron sus billetes y luego nos fuimos a la mía... ERROR nos fuimos a la que yo pensaba que era la mía (ya concéis el dicho "no pienses, que la cagas"). A ver, si yo compro un billete con Lufthansa ¿por qué luego el vuelo es con Spanair y tengo que ir a su ventanilla? Después de que la maquinita de imprimir billetes se tragara mi tarjeta de crédito y no me encontraran en el sistema, la mujer de la compañía me dijo que yo allí no pintaba nada, que da igual a quien le hubiera comprado el vuelo, que me fuera a Spanair y que allí me las apañara (Inciso: ¿Tanta gente va de Madrid a Frankfurt que ponen dos vuelos en menos de dos horas? Claro, así es normal que yo me confunda de vuelo y acabe yendo a la compañía que no me corresponde). Bueno, después de dejar la maleta, sacar los billetes, comer en un Subway (que mi estómago todavía me lo está recordando) y esperar unas horas por fín anunciaron el vuelo... vamos, anunciaron que llevaba retraso. Entonces me acordé de mi última vuelta por Frankfurt, de que entonces llegué a mi casa a las mil y me dieron los siete males.

Al final el retraso fue de menos de veinte minutos, y previsor que es uno (o que fui cuando compré los billetes de tren... pero no lo fui cuando NO me apunté el código de reserva y por eso pasó lo que pasó con la tareta de crédito), el primer tren salía más de una hora después de la llegada del avión, así que bastó con una simple carrerilla por el aeropuerto para coger el tren. Tren que, por supuesto, llevaba 10 minutos de retraso, pero la siguiente conexión no era de una hora sino de 14 minutos, así que me tocó correr otra vez. El caso es que al final llegué a mi casa sano y salvo y a una hora más que decente (aunque, por supuesto, los semáforos ya estaban apagados). Después de hablar con unos y con otros, hacer planes para hoy, deshacer/rehacer los del fin de semana, de ordenar lo que me había dejado por ahí (que al final con las prisas, en julio me dejé casi todo manga por hombro), cenar e internetear un rato, ya por fín pude acostarme en mi nueva flamante cama de 1, 60.

Y hoy, cuando me he levantado, me he encontrado con una interesantísima entrada en el blog de mortiziia. Lo que me recuerda que tengo que llamar al consulado para pedir cita y registrarme, que como ocurra alguna desgracia en el país no pueden evacuarme.

Ale, sed felices ;-)

viernes, 2 de septiembre de 2011

Feliz Año Nuevo

Pues sí, en alguna ocasión ya hablé de que para mí (y creo que para muchos de vosotros) el año no empieza el 1 de enero, sino después del verano. En realidad, empezará la semana que viene cuando se me acaben las vacaciones y vuelva a Öhringen; pero ya que acababo de comprobar que muchos de los blogs que leo (no sólo los de ahí a la derecha, hay más ¿o qué os pensabáis que hago en las horas muertas que tengo? ¿irme de bares?) han escrito una entrada de comienzo de curso (y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, el Guadalquivir por Córdoba y el Ohrn por Öhringen, de ahí su nombre) pues os cuento que sigo vivo.

Y ¿qué mejor forma de empezar el curso que haciendo un examen de alemán? Pues cualquier otra, pero como yo soy un poco rarito, pues he empezado así este curso. Las partes de comprensión escrita y comprensión oral fueron bastante bien. Ahora, la parte de expresión escrita ya fue harina de otro costal. Quienes leéis este blog sabéis que mi capacidad de síntesis es prácticamente nula, que cuando me pongo a escribir no hay quien me pare (supongo que será para compensar mi timidez a la hora de hablar); así que la redacción que supuestamente era de unas 125 palabras se convirtió en una redacción de 250 palabras (claro, que en 125 palabras no tengo espacio suficiente para quejarme, que era el tema de la carta) y la redacción de 250 palabras acabó conviertiéndose en el coño la Bernarda (con perdón), porque me pusieron un temita que ¡vaya tela! "Buscar pareja en internet" ¿no saben que tengo un blog? ¿por qué me limitan a 250 palabras? Las notas se suponen que tienen que salir el miércoles que viene, para entonces espero que el profe se haya acabado de leer la primera redacción, y SOBRE TODO espero que no sea muy duro corrigiendo, porque creo que lo peor no fue la extensión, si no que aparte de eso (que en realidad no es un problema de los gordos) sí tuve fallos de expresión y tal (y eso es lo que en realidad me fastidia, sobre todo porque es culpa exclusivamente mía).

Aparte de eso, el comienzo de curso ha ido bien. Mi sobrina ya va a la guardería, algunos contactos de facebook se quejan de tener que ir a trabajar (también es verdad que es porque yo les hago sangre preguntando, jeje), y algunos otros se quejan por no poder ir a trabajar (lo normal, vaya). La gran noticia de hoy será que es uno de septiembre y que vamos a gastar mucho dinero en la vuelta al cole. Y ayer (por fin) llovió en Córdoba (y yo no me mojé porque estaba escribiendo dos redacciones interminables de alemán).

Sin novedad, vamos.

Miento, sí que hay una novedad. Empieza el curso sin novedad en el frente. Voy a seguir en el mismo sitio del año pasado. Sin compañeros nuevos, sin gente nueva, (casi) sin alumnos nuevos, en el mismo país y la misma ciudad. Y es una sensación rara, la primera vuelta de verdad en siete años. La última vez que septiembre fue una vuelta y no un comienzo fue allá por 2004. ¿Será que me estoy haciendo mayor?

EDITO: Se me ha ido la pinza, hoy no es uno de septiembre, es dos.