jueves, 20 de marzo de 2014

Cañero

Cañero es un barrio de Córdoba. Quizá, con la Fuensanta, el barrio fuera del casco histórico más "cordobés". No es mi barrio. Mi barrio (mi barrio de Córdoba, se entiende) es un barrio normal y corriente que se puede encontrar en cualquier ciudad. Es más, mi barrio no tiene ni nombre. ¿Se puede considerar la Avenida Barcelona un barrio? Mi bloque tiene más de cuatro pisos, así que no es de los Salesianos, pero tampoco es de la Viñuela, porque estamos al otro lado de la Avenida Barcelona, no somos del Marrubial, ni mucho menos de la Fuensanta. Como nos tienen que meter en algún sitio, el Ayuntamiento dice que somos de La Viñuela-Rescatado, pero si le digo a algún cordobés que vivo en La Viñuela o en Jesús Rescatao, no va a encontrar mi casa ni de coña.

Pero no es eso de lo que vengo a hablar. Vengo a hablar de Cañero.

Cañero empezó a construirse en 1951, todas las casas eran viviendas de protección oficial y el nombre del barrio viene porque Antonio Cañero cedió los terrenos para las construcción. Pero ¿quién era Antonio Cañero? Un torero, que resulta que antes de ser torero había sido aviador falangista. Y por esa razón, la Junta de Andalucía le quiere cambiar el nombre al barrio (se ve que se acaban de dar cuenta de que era aviador falangista, porque si no, yo no me lo explico). Mi hermana, que vive en Cañero, está en contra de ese cambio y sus vecinos dicen que quien esté a favor de que el barrio se siga llamando Cañero lo hacen porque tienen "falta de cultura democrática".

Como donde manda capitán, no manda marinero y yo soy un mindundi, no me voy a poner aquí a criticar ese cambio tan necesario. Sino que voy a proponer nombres nuevos para el barrio, nombres que realcen la cultura democrática intrínseca del pueblo andaluz en general y del pueblo cordobés en particular.

Como es la Junta la que propone el cambio, voy a empezar por ahí.
Propongo que se llame "Barrio de los EREs". La Junta se desvive por el bienestar de los andaluces, tanto que sus dirigentes se implican al máximo para que se cumpla la ley, para que el dinero se reparta de forma equitativa entre los más necesitados y para que Andalucía no deje de estar en boca de todos.
Otra posibilidad es que se llame "Barrio del 36,3 %". Como todo el mundo sabe los andaluces nos dedicamos a dormir la siesta, beber vino fino y contar chistes. Es nuestro estado natural. Gracias a la intensa labor de todos los gobiernos tanto a nivel autonómico como nacional, por fin hemos conseguido que un 36,3 % de los andaluces ya no tengan otra cosa que hacer en todo el día que dormir la siesta, beber vino y contar chistes mientras escuchan flamenquito. (¿Llegaremos a un 40%? Hagan sus apuestas. En Cádiz lo han conseguido, en Córdoba apenas llegamos al 37% ¡Ánimo, sólo nos falta un 3%!).
Otra de las grandes preocupaciones de la Junta es el medio ambiente. Por lo que propongo un nombre que quizá algunos recuerden. Propongo que se llame "Barrio de Aznalcóllar", porque a la gente no se le ha olvidado lo de los hilillos de plastilina (y espero que no se les olvide), pero parece que para Boliden tenemos memoria selectiva.

Y hablando de la protección del medio ambiente, nos podemos mover al terreno más cordobés y renombrar al barrio como "Barrio de los Sotos de la Albolafia". Para quien no sepa de qué va. El río Guadalquivir a su paso por Córdoba era una zona de interés ecológico, porque tenía unos sotos que eran monumento natural y tenían una población bastante interesante de aves. Hablo en pasado porque este diciembre, limpiando rastrojos a algún operario se le fue la mano "sin querer queriendo y a cosita hecha" y todo ardió. Por lo que esos terrenos ya no están protegidos. Y yéndonos ya al terreno muy cordobés, también podemos llamar al barrio "Barrio de Rosa Joaquina", alcaldesa querida por todos sin excepción que sólo trabaja por el bien de todahlahcordobesahylohcordobeseh. Tanto quería a Córdoba que cuentan que el día que la obligaron a irse a Sevilla de Consejera a la Junta y después a Madrid de Ministra (porque la obligaron, no se fue voluntariamente) por poco se puso a llorar. Aunque siendo Cañero el barrio de origen de esa gran figura que ha dado Córdoba conocido como Rafael Gómez (aka Sandokán), podemos darle algún nombre relacionado con tan egregia persona, quizá "Nuevísimo Arenal" o "(Naves de la) Colecor"

Y vosotros ¿qué nombre le pondríais al barrio?

PD: O bueno, otra opción es dejarse de tonterías y preocuparse por problemas reales que sí están causados o son consecuencias de una falta de cultura democrática. La cultura democrática no es cambiarle el nombre a un barrio setenta años después de construirlo. La cultura democrática es exigirle a nuestros gobernantes, sean del partido que sean (y esto es MUY importante), responsabilidad en sus actos y cuando no sean responsables (como llevan demostrando tanto tiempo que no lo son), darles la patada, inhabilitarles o directamente esto.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Pan de maíz

Los miércoles no trabajo, o mejor dicho, no VOY AL trabajo, porque sí que corrijo, preparo clases, leo, estudio, limpio, cocino, pongo lavadoras... Lo que más me gusta de todo es que tengo toda la mañana para cocinar y no hay nadie en la cocina, así que tengo total libertad de movimiento.

Hoy he ido al turco a comprar tomates y pimientos (en Alemania tomates verdes italianos como los de España sólo se pueden encontrar en las tiendas turcas) y ya que estaba he aprovechado y he comprado harina de maíz, pero no fina como la Maizena, sino normal. ¿Para qué? Pues para experimentar. 
Encuentra las siete diferencias
Así que cuando he llegado a casa me he puesto a hacer pan. ¿Por qué pan de maíz en vez de pan de trigo, que es el normal de toda la vida? Pues lo dicho, para experimentar (además el pan de maíz si lo pueden comer los celiacos).

Pero ¿cómo lo he hecho?

La receta del pan normal la podéis encontrar aquí y es bastante parecida, pero esta vez he cocinado siguiendo la máxima materna para cualquier receta de cocina: tú ya vas viendo. Harina de trigo y harina de maíz, parece lo mismo, pero no es igual. He usado 150 gramos de harina de maíz, medio sobrecito de levadura química y una cantidad inexacta de agua.

He echado en un cuenco la harina, una pizca de sal y la levadura en polvo. A 150 gramos de harina de trigo le corresponderían entre 75 y 100 ml de agua, así que eso es lo que le he echado. 
Esto ni es masa ni se puede convertir en pan
Pero lo dicho, la harina de maíz y la de trigo no son lo mismo. Así que he tenido que ir añadiendo agua poco a poco hasta que se ha convertido en una masa más o menos uniforme, yo diría que habrán sido más de 200 ml de agua, pero tampoco lo puedo asegurar.
La cosa ya pinta mejor ¿verdad?
Una diferencia increíble entre la masa de harina de trigo y la de harina de maíz, es que la de maíz no es nada pegajosa (o a lo mejor es por la proporción entre agua y harina, no lo sé), al contrario que la de trigo. Después de amasar no he tenido que esperar a que la masa leude, porque la levadura no era fresca, sino química y la masa sube en el horno. Así que la he metido directamente en el horno a 200 °C durante 45 minutos.

El resultado se ve así.
Así está por abajo...
... y así por arriba
 Eso sí, por fuera tiene una corteza dura que está muy buena, pero por dentro parece como si no estuviera hecho del todo, sin embargo no sabe crudo (como cuando el pan de trigo no está cocido del todo). Sabe como a kikos sosos, está bueno, pero es extraño.

La pregunta es ¿qué hago yo ahora con 850 gramos de harina de maíz? Me da que voy a comer muchos burritos esta primavera.

Entra en mi vida

Por diferentes avatares del destino me veo en la obligación de leer libros que de otra forma no habrían caído en mis manos. Uno de esos libros es Entra en mi vida, de Clara Sánchez. El sábado me fui de fiesta a Braunschweig y para matar el tiempo en el tren empecé a leerlo. Me lo he terminado hoy martes en una hora libre que tenía en el instituto. Ya sé que 480 páginas no es que sean una burrada, pero he tardado cuatro días en devorarlo terminarlo. Creo que eso os puede dar una idea de cómo te atrapa el libro.

Desde la última reseña que escribí han pasado casi diez meses y en este tiempo he leído bastante (pero mucho menos de lo que me gustaría) en español, en alemán y en inglés. Me he leído Eine Wohnung mitten in der Stadt, que se podría entender como continuación de An einem Mittwoch in September y Das einzige, was zählt, el otro libro que, aunque no tenga mucho que ver, podría formar una trilogía con los dos. Lo cierto es que me han gustado, pero al final siempre encontraba una escusa para no escribir una reseña. He leído más libros en alemán, algunos divertidos y otros tristes, algunos me emocionaron y otros me aburrieron tanto que simplemente no pude terminarlos.

También he leído en inglés, en parte por obligación y en parte porque tengo la sensación de que el idioma me está abandonando. Y he recordado por qué las asignaturas que más me gustaban de la carrera eran las de literatura. En inglés he leído novelas, teatro e incluso poesía (como en alemán). Algunos me han gustado y otros no tanto. Me leí ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas? y decidí escribir una reseña conjunta del libro y de la película (Blade Runner); pero ese momento nunca llegó (ni el de ver a peli, ni el de escribir la reseña).

También he leído en español. He leído auténticas bazofias y grandes clásicos que no caducarán nunca. El mes pasado (re)leí El viejo que leía novelas de amor por obligación para el trabajo y cuando lo terminé, tuve la misma sensación que cuando se termina una buena serie, me quedé con ganas de más; aunque el final sea redondo, simplemente quería seguir disfrutando de una literatura tan buena. También leí Niebla de Miguel de Unamuno, que es un clásico que se estudia en Teoría de la literatura, pero nunca lo había leído; durante casi toda la novela me entraban unas ganas terribles de meterme dentro del libro y empezar a darle collejas al protagonista y no parar hasta que espabilara. Aunque me gustó mucho, me alegré de haberlo terminado (además ya sabía el final).

He leído más libros, pero ahora mismo no los recuerdo.

Pero con ninguno de estos libros he tenido la misma sensación que con Entra en mi vida. Es una de esas sensaciones que necesitas compartir, que no te puedes guardar.

Es un libro con algunos fallos de verosimilitud (la realidad es que los burros no vuelan; la verosimilitud es que cuando vuelan, las orejas se les van para atrás por efecto el viento y la inercia). Por ejemplo, al principio de la novela la protagonista tiene diez años, pero tiene reacciones de una persona adulta que quizá no chocarían tanto en alguien de no menos de 16 años (y ya estoy teniendo manga ancha), o en otro momento de la novela hace Selectividad y aprueba por los pelos, pero la nota le da para poder entrar en la Facultad de Medicina (cuando en TODAS las Universidades Medicina tiene una de las notas de corte más altas de todas las carreras, cuando no la más alta). Hay un momento en el que la familia se va en coche de Madrid a Alicante simplemente para almorzar y merendar, cuando de Madrid a Alicante hay casi cuatro horas en coche. ¿Es físicamente posible todo esto? Sí; pero es poco verosímil. Alguien mucho más sabio que yo dijo (o, seguramente, escribió) una vez que la diferencia entre la ficción y la realidad es que la ficción tiene que parecer real.

Y después de esta crítica negativa, todo lo demás: me ha encantado.

Se podría considerar una novela de misterio o incluso policíaca (aunque apenas hay policías). En la novela transcurren dos historias que está claro desde un principio (o al menos para mí lo estaba) que se van a cruzar, pero el lector no puede dejar de leer para averiguar cómo lo harán y por qué. Ahí está el quid de las novelas de misterio y la maestría de un buen escritor de ese tipo de novelas. Los personajes están bien construidos (sobre todo Ana, Betty y Verónica) y el ritmo hizo que estas tres noches no haya dormido mucho (me la empecé el sábado, después de fui de fiesta y cuando me desperté el domingo no pensaba en otra cosa que no fuera volver a coger el libro y seguir leyendo por donde me había quedado).

En resumen, os la recomiendo sin ninguna duda. Además, por lo que me han dicho, las demás novelas de esta escritora son igual de atrayentes, habrá que comprobarlo.