miércoles, 26 de junio de 2013

21 de junio

Más de una semana sin escribir, pero ¡menuda semanita!

Resumiendo mucho muchísimo. En abril me dijeron en mi escuela que no podían seguir pagándome el curso que viene, así que me puse a buscar otro trabajo (pero sin mucha prisa, todo sea dicho), es más, en agosto se me acaba el contrato del piso y me preocupé más de buscar un piso en Osnabrück que de buscar trabajo... pero al final no me sirvió de nada. Como ya dije insinué por aquí, el año que viene me voy a trabajar a Pe(i)ne (enlace con dedicatoria ;-) ); pero no sólo eso, sino que además la semana pasada encontré piso en Hannover. Un piso perfecto, de cuatro personas, todos profesores o estudiantes de Lehramt (carrera para ser profesor), con salón (que eso en Alemania es raro), en la Limmerstraße a dos minutos andando de Kitaun. La Limmerstraße es una calle que no parece Alemania; me recuerda al Berlín de mi Eramsus (no al Berlín que he visto cuando he vuelto) y al Bolkerstraße de Düsseldorf, conocida como "la barra de bar más larga del mundo", es una calle en la que hay una iglesia, un banco y todo lo demás son bares y restaurantes y las calles adyacentes son tres cuartos de lo mismo.

Pero no contento con eso, el sábado hice el examen del C2 de alemán. Lo hice, eso no significa que lo aprobara. Por norma general soy bastante pesimista cuando hago un examen. Cuando hice el examen de fonética en la carrera estaba seguro de que lo había suspendido; al final me pusieron una matrícula de honor. Cuando me presenté por última vez a unas oposiciones estaba seguro de que las había suspendido; al final tuve toda la razón del mundo. A veces se gana y a veces se pierde. El C2 es un examen muy difícil, es un nivel "soy un examen tan difícil que algunos nativos no sacan un 100% de aciertos, soy un examen tan chungo que rapeo". Los resultados me los mandarán a casa (aquí a Osnabrück) sobre la tercera semana de julio, pero estaré en España, así que ya me enteraré cuando vuelva. Y después del examen me fui a casa de Lau a tomarnos una paella y a despedirnos.
Si fuera una persona, el C2 sería una negra chunga del Bronx
He dicho varias veces por aquí que no me gustan los fines de curso. Pero esta vez ni siquiera me he enterado. Lo comentaba con Ann-Christin (mi compañera de departamento) el martes, que ya había dado mi última clase de todo el curso y tenía la sensación de una semana normal y corriente, de que llegaba un viernes como otro cualquiera y que después del fin de semana volveríamos con la rutina, a lo mejor ha sido porque estas últimas semanas han sido de todo menos normales. Pero entonces llegó la despedida de una de las jefas de estudios, la despedida de todos los que nos vamos (con regalo de mis compañeros incluido), el emocionarse, el pensar "ya no voy a volver a entrar nunca más en esta sala de profesores a las siete y media de la mañana", los abrazos y los "vuelve por aquí a visitarnos". Y me dí cuenta de que era de verdad. Pero tenía que seguir corriendo, sin parar, para Hannover, a dormir allí, en casa de Kitaun, a despedirme de ella (que mira que es sólo mes y medio, pero parece que nos vamos a la guerra) y corriendo a mi nuevo cole, al último claustro del año a que nos presenten a los nuevos. De allí a Braunschweig, a despedirme de más gente y de allí de vuelta a Osnabrück, a seguir corriendo, a comprarme un billete de tren y mañana a Bruselas a ver a Despojix. Lo bueno del billete de tren es que no he pagado dinero, lo malo es que han sido 3000 puntos de la BahnCard, lo peor es que para conseguir esos 3000 puntos me he gastado casi tantos euros en trenes, vamos que le he pagado el máster en una universidad privada americana internacional a todos los hijos de los dueños de la Deutsche Bahn. Pero ¿sabéis que os digo? Que me quiten lo bailao.

Por cierto si hoy es un falso 21 de junio, lo mismo este blog seguramente estará un poco inactivo hasta el falso 15 de septiembre. Eso sí, el falso 15 de septiembre será el 8 de agosto, así que tampoco es un gran drama.

Schöne Ferien!

domingo, 16 de junio de 2013

Finde movidito

Otra semana que apenas escribo, pero esta vez tengo una buena excusa: no he podido. No, no estaba demasiado ocupado desgastándome el escroto de tanto rascármelo, estaba ocupado de verdad. El miércoles y el jueves estuve en la última Fortbildung (curso de profesores) de este año y como era en Hannover, me fui el martes para allá para cenar con la gente, dormir allí y no tener que madrugar tanto el miércoles.

Como bien sabéis, en mi cole no hay dinero para pagarme el curso que viene, pero lo que no sabíais es que una chica del programa se tiene que ir y a lo mejor me quedo yo con su puesto. Esta semana mi director ha terminado de llamar a todos los directores de Osnabrück y, o bien no necesitan ningún profesor de español para el año que viene, o bien no tienen dinero (igual que mi escuela). Así que el viernes llamó a la directora de esta chica que se va, ella le dijo que yo la llamara y el miércoles me voy a conocerla, a poner mi cara de niño bueno y de joven docente responsable y profesional con la barba arreglada y esperar que me diga "Herr Afra, wir wollen Sie als Lehrkraft in unserer Schule für nächstes Jahr". Y no, no me voy a afeitar porque sin barba parezco un niñato, que cuando estuvieron aquí los del intercambio la semana pasada me dieron un alegrón como pocos, me echaron algunos años de más. En Alemania en general no gustan los profesores jóvenes, porque eso es indicio de que tienen poca experiencia. Y esta directora en particular busca gente con experiencia.

Pero eso de que mi director me llamara y yo llamara a la que con un poco de suerte será mi directora a partir de agosto ocurrió todo antes de las 10:30 de la mañana del viernes. Después de llamarla terminé de hacer las medias de casi todas mis clases excepto una (porque todavía tenía que terminar de corregir el último examen) y me fui al colegio a meterlas en el cuaderno, con la idea de meter la otra clase el lunes. Camino del colegio se me pinchó una rueda de la bici, pero no sabía si sólo se había desinflado o estaba pinchada del todo, así que me bajé, terminé andando el camino y cuando llegué al colegio puse las notas, pregunté si alguien tenía una bomba y justo antes de salir del colegio me encontré con la tutora de la clase que no tenía las notas puestas y me preguntó por las notas. Así que me tocó volver a correr. A casa de Uschi a inflar la rueda, corriendo a mi casa mientras comprobaba que la rueda no estaba floja, sino pinchada, volver a inflar la rueda por el camino para llegar a mi casa lo mejor posible, terminar de corregir, hacer todas las medias, decidir quiénes de los alumnos suspensos eran dignos de mi magnificencia magnanimidad y llamar al colegio para pillar a la tutora y decirle quienes suspenden y quienes aprueban. A las tres de la tarde de un lunes (y más en la sala de profesores de mi colegio) cogió el teléfono Pirri (o Rita que igual me vale). Le escribí un correo para decirle las dos que suspenden. Bueno, como suspender han suspendido más, pero (menos a esas dos) yo las he aprobado (otro día hablaré de "la de historia me ha cateado/he suspendido a tres alumnos").

El viernes por la tarde lo único que hice fue escribir al piso que ya tenía aquí en Osna para el curso que viene para decirle que esos 31 m² de habitación tendrán que ser para otro y a chorrocientos mil pisos en Hannover para decirles que quiero ser su Mitbewohner a partir de agosto.

Y el sábado por la mañana mi intención era sacar la rueda, quitar la cubierta, cambiar la cámara y volver a poner la rueda. Carmen de Mairena es la reina del barrio chino (de Barcelona), y mi bici, llamada Mairena está hecha en China  ¿coincidencia? Totalmente. Pero para muestra (de que está hecha) China un tornillo botón.

Un Medio tornillo
Apreté tanto un tornillo que me quedé con él en la mano, como si a la reina del Rabal se le hubiera caído un pezón. Pero mejor empezamos por el principio.

Puse la bici boca abajo, desatornillé la rueda de su eje, la saqué, le quité la cubierta (no sin esfuerzo), saqué la cámara, volví a guardarlo todo (menos la cámara) en el cobertizo de bicis (me siento muy gringo escribiendo la palabra "cobertizo") y me llevé la cámara a la tienda de bicis para comprar una igual (primer viaje). Las medidas de la cámara son 26x1*3/8 y además la válvula es de las finitas, más o menos así.

Sí, la cámara la hizo la cazadora de cartas
Bueno, el caso es que en la tienda me dijeron que no tenían de esas cámaras, que a lo mejor alguna era compatible, que mirase lo que ponía en la cubierta, así que allá que me fui a mi casa a ver qué ponía (segundo viaje). Como en la cubierta ponía lo mismo, decidí que no quería dar un tercer viaje, así que me la llevé a la tienda. Una vez allí estuvieron mirando, vieron que no tenían ese tipo de cámara con esa válvula, así que tenían que pedirla. Pero eso significa que me iba a quedar sin bici por lo menos hasta el jueves. Así que decidí llevarles la llanta para ver si la cámara que tenían con una válvula más gorda sí cabía en mi llanta (tercer viaje, muy a mi pesar). Evidentemente no cabía (eso habría sido demasiado sencillo), así que como necesito la bici cada día, al final abrieron un poco el agujero de la llanta para que pasara la otra válvula y me la llevé para meter la rueda en la bici.

Cuando saqué la rueda no tenía aire, así que salió sin ningún problema, pero ahora estaba hinchada, así que no pasaba por los frenos. ¿Vosotros sabéis soltar un freno en V? Pues yo no sabía. Así que desajusté un tornillo que no debía (el que veis en la foto de arriba), metí la rueda, lo volví a apretar (que es lo que me más me costó de todo el fin de semana) y lo apreté tanto que lo rompí. Lo bueno es que lo que se ha quedado dentro de la bici es lo que tiene que une el freno al cuadro, así que en principio no habrá mucho problema.

Y todo este rollo para deciros que con suerte me tengo que mudar a Hannover. Si alguna vez me pierdo, buscadme cerca de Úbeda, que estaré en algún cerro.

lunes, 10 de junio de 2013

Intercambio (y van...)

Más de una semana sin actualizar. Pero tranquilos, que no me han abducido los extraterrestres, ni me he metido en una secta que prohíba escribir un blog. Sólo estaba de parranda. Una de las cosas que más me gustan de mi trabajo (y de mi trabajo me gusta mucho casi todo) es la posibilidad de hacer intercambios con colegios e institutos de España. Este curso vinieron en octubre alumnos de la ESO de un instituto de San Pere de Ribes y nosotros fuimos a visitarles en febrero, pero nuestros alumnos tienen entre 16 y 20 años y de ellos los más grandes eran de 14, así que decidimos buscar un nuevo intercambio. Estando allí visitamos otro instituto que tiene ESO, bachillerato y Ciclos Formativos, que son los que nos han visitado esta semana. Sin parar de currar, pero me lo he pasado como los indios.

Llegaron el martes, después de mis clases los recogí en la estación, fuimos al albergue y a comer, los alumnos cada uno por su lado, y yo con los profesores, y después de eso fuimos a que les enseñaran la ciudad. Mi idea era dejarles con la guía e irme a mi casa a rascarme un pie corregir, preparar clases y ser responsable y profesional. Pero ya que estaba allí y ya que la señora guía se puso a hablarme a mí directamente como si yo tuviera algo que ver pues me dije "me voy a quedar un rato con esta gente tan maja, que además nunca me han enseñado Osna en plan turista", vamos que en vez de irme a mi casa las cinco de la tarde, me volví a las 19:30... para salir otra vez a la calle y estar de cervezas con los profesores hasta las doce o así.

El miércoles visitamos un taller donde trabajan discapacitados (los alumnos son del Ciclo Superior de Integración Social, por eso han visitado estas empresas) y allí que me tocó traducirlo TODO y cuando digo todo, quiero decir que tuve que traducir desde como se monta una cama hasta lo que es un banco, una mesa y una combinación de mesa y banco. Más de dos horas sin parar. Después de eso, volvimos al centro, ellos se fueron a comer, y yo me fui a mi colegio a recoger unos exámenes y a hablar con el director. Me fui a casa, me eché dos horas de siesta y por la tarde volví a quedar con los profesores para irnos de cervezas enseñarles Osnabrück de noche, encontramos a los alumnos en el Lagerhalle, cenamos con ellos y seguimos viendo Osnabrück de noche.
Osnabrück de noche, con una de las cinco frutas diarias recomendadas
Al día siguiente nos tocaba un día intenso. Quedamos a las nueve para coger el autobús a una residencia de ancianos. El autobús cambió el horario por arte de magia y llegamos tarde. En la residencia dividimos el grupo en dos y mientras un grupo la visitaba, el otro grupo descansaba. Sólo repitieron dos personas: el dueño de la residencia, que la enseñaba, y el pringao que le traducía, adivináis quien tradujo ¿verdad? Después de la residencia fuimos corriendo a nuestro instituto, que teníamos una recepción oficial. Una característica de los alemanes es que son muy pragmáticos y van más a lo útil que a la pompa y el boato. Después de un picoteo que nos preparó la gente de los ciclos de cocina y del saludo del director, los alumnos visitaron en grupos diferentes clases de nuestro instituto y después se fueron de vuelta al albergue. Los profesores nos quedamos para concretar en condiciones el intercambio de cara a futuros años. En la reunión estábamos el director, los dos profesores que hemos montado el intercambio desde nuestra escuela, la otra profesora de español y los profesores del instituto que vino de visita. Dos horas. Sin parar. Y mira que les gusta hablar. Y mira que les gusta la paja. Y aquí el menda lerenda a traducirlo todo. Menos mal que era mediación y no interpretación porque si no me da un chungo (la diferencia es que en la interpretación tienes que decir literalmente lo que han dicho y en la mediación puedes usar tus propias palabras... pero la interpretación va en un sentido y la mediación en los dos). Después de eso supongo que ya sabéis lo que hicimos ¿no?
Aquí tuvo lugar "der Beginn einer wunderbaren Freundschaft"
Al día siguiente ya más relajados, sin tener que cumplir un horario ni un programa fuimos a una feria de formación profesional dual que había, de esas con stand donde dan bolis, libretas, post-it, pelotas antiestrés, bolsas de tela e información pero la gente pasa de la información. Después los alumnos se fueron con algunos de nuestros alumnos a comer por ahí o donde sea que se fueran y los profes nos fuimos a casa de Uschi (la otra profe que ha organizado el intercambio) porque nos invitaba a comer. Si hace dos semanas se inundó media Alemania (Osnabrück se libró) y esta semana la hemos empezado con nubes y por debajo de los quince grados, la semana del intercambio no hubo ni una nube y hacía tanto calor que sobraba toda la ropa. Comimos en el jardín, con todo el solano y más de treinta grados una comida buenísima y nada ligera: rollos de ternera. Y después de eso, para bajar la comida, una vueltecita en bici, cuesta para arriba, cuesta para abajo (y una de las españolas con tacones). Yo no sé cómo se las apañó pero encontró bicis para los cinco hablando con los vecinos. Una estaba desinflada y ya nos veíamos de sobremesa, en el salón o ya de vuelta en el albergue para descansar, pero nuestro gozo en un pozo cuando de repente empezaron los vecinos a sacar bombas para inflarla e incluso uno dijo "no, no la infléis, coged esta otra bici".
Dos horas después (que si hubiera sido por Uschi habrían sido tres horas más), ya cansados y oliendo a choto, volvimos al centro, compramos para hacer la cena y algunas cervezas, yo me fui a mi casa, me duché y me fui para el albergue, y allí estuvimos cenando y tomando algunas cervecillas con los alumnos hasta casi las dos, que al día siguiente les tocaba madrugar para irse a Bremen.

Es verdad que he terminado agotado y que ayer todavía me duraba el cansancio, pero me lo he pasado pipa. Aunque sea mucho trabajo, aunque sea mucho estrés, no puedo comprender a esos profesores a los que no les gusta irse de intercambio... supongo que serán de ese tipo de gente a la que no le gusta irse de fiesta.

domingo, 2 de junio de 2013

Lasaña (casi) vegetariana

El mes de mayo ha sido el mes con más vistas de toda la historia del blog, o eso creo porque un contador se quedó atascado a principios de abril y del otro me fío más bien poco; pero el caso es que me alegro de que os guste lo que escribo. Y ahora al turrón.

Este fin de semana me ha visitado Carabanchelero, y como cuando estoy yo sólo no me voy a poner a hacer lasaña pues he aprovechado para hacer una receta de un libro que me regalaron Desparrunzando y su novia por mi cumpleaños: 101 recetas para cuidarse (originalmente publicado por la BBC, pero ¿cómo me puede gustar tanto la BBC?). Que vosotros diréis "pues anda que te vas a cuidar tú mucho a base de lasaña", pues sí, porque es lasaña de verduras. Pero claro, yo la he hecho muy a mi manera, así que tenéis razón, no es una receta para cuidarse, pero estaba buenísima.

¿Qué se necesita?
- Placas de lasaña, obviamente. Yo he usado de las que no hace falta hervir antes, y además eran de espinacas, vamos, de las verdes, que no sé yo cuantas espinacas llevarán en realidad.
- Una cebolla pequeña. Yo la usé mediana-grande (algo más de 200 gramos) y me vino larga.
- Una berenjena mediana. La mía pesaba unos 200 gramos, mejor si es un poco más grande.
- Un pimiento verde (no de los italianos, sino de los grandes, entre 200 y 250 gramos).
- Un pimiento rojo (como el verde).
- Dos tomates grandes. De los que en alemán se llaman Fleischtomaten, los que son grandes y tienen mucho zumo, los de salmorejo y gazpacho.
- Champiñones (entre 200 y 250 gramos).
- Carne picada (entre 200 y 250 gramos). Ya he dicho que la lasaña era CASI vegetariana, pero si la queréis hacer vegetariana no le echéis carne y ya está, que eso es lo bueno de las recetas, que cada maestrillo tiene su librillo y no hay teoría sin práctica ni práctica sin teoría.
- Queso rallado.
- Bechamel. Que hay dos opciones: industrial o casera. Si la queréis hacer casera, la explico otro día.
- Y sal y aceite, claro.

¿Cómo se hace?
Primero pelamos la berenjena y picamos todas las verduras en trozos pequeñitos, menos los champiñones que los cortamos en trozos más o menos grandes.
La cebolla picadita pequeña. Pero mejor echar menos de lo que sale en la foto
La berenjena y los pimientos picados en trozos relativamente pequeños
Cada champiñón cortado en cuatro o cinco trozos
Después pochamos la cebolla en la sartén y cuando esté pocha le echamos la berenjena para que se ablande. Cuando la berenjena esté blanda, lo sacamos todo de la sartén y echamos los champiñones para que se vayan dorando y ablandando; no os preocupéis si achican, es lo normal, lo raro sería que mantuvieran su tamaño.
Por arte de magia, del aceite y del calor ahora son más oscuros y más pequeños
Ahora echamos los pimientos para que se vayan friendo un poco y cuando estén, echamos la cebolla y la berenjena que habíamos retirado antes. A mí me ha quedado un poco sosa, así que creo que es un buen momento para echar sal o avecrem (o salsa de soja si le queréis dar un toque más exótico). Si queréis hacerla totalmente vegetariana ya está la primera parte. Si sois carnívoros como yo, es el momento de echar la carne picada. Cuando veáis que la carne está gris en vez de roja bajáis el fuego y seguís removiendo hasta que prácticamente no quede caldo.
La foto está medio borrosa, pero os hacéis una idea
Es el momento de encender el horno a unos 180 °C para que se vaya precalentando. Mientras tanto, en una fuente de horno ponemos una base finita de bechamel para que la primera capa de lasaña no se pegue a la base. Luego ponemos la primera capa de placas de lasaña, en este caso tres placas.
Soy un genio de la ingeniería lasañera
Sobre las placas de lasaña ponemos una capa de rodajas de tomate y sobre las rodajas de tomate ponemos las verduras (con la carne) de la sartén. Lo dicho, se me ha quedado un poco sosa, así que si no le habéis echado sal ni avecrem, una opción es echar ahora otra capa de bechamel o queso rallado (o ambos si queréis que os confundan con Simply Sara por la calle), luego otra capa de placas de lasaña, otra capa de rodajas de tomate, otra capa de verduras (con queso o bechamel si no tienen sal) y otra capa de placas de lasaña. Lo cubrimos todo con bechamel y sobre la bechamel echamos queso rallado, orégano y albahaca (las especias son opcionales, pero está todo muy rico).
La "construcción" de la lasaña, a la mitad
A estas alturas el horno ya tiene que estar a la temperatura que queremos, así que metemos la lasaña en mitad del horno y esperamos unos 25 minutos. Miramos que las placas ya no estén rígidas y subimos la bandeja arriba del todo y si tenemos función de gratinar pues la ponemos. En este momento hay que tener cuidado porque en algunos hornos como la tengáis más de medio minuto en la función gratinar se os queda totalmente negra y en otros puede estar cinco minutos que se queda más blanca que la teta de una monja. Mi horno es de éstos últimos y como el hambre estaba acuciando, pues al final sólo hubo un ligero y tímido color marroncito claro en los bordes.
No tiene tan mala pinta después de todo ¿no?
No es que Carabanchelero y yo seamos dos sílfides precisamente o que comamos como dos pajaritos, pero al final no pudimos acabar con toda la lasaña entre los dos (y menos mal, así ya tengo cena para hoy). Lo cual es bastante lógico. Esta lasaña da para entre tres y cuatro personas dependiendo de lo que traguen y de si se han metido para el cuerpo una bolsa entera de patatas fritas sabor cebolla marca Lorenz mientras la preparaban.

Si la preparáis decid en los comentarios cómo os ha salido a vosotros, a ver que tal.