martes, 7 de junio de 2011

Hamburgo

Ya han pasado dos días desde que volví de Hamburgo y todavía me dura la alegría de haber estado (y eso a pesar de tener una pila de exámenes, de los que seguramente me tenga que llevar una parte a España en las vacaciones), así que ahora que estoy un poco más libre os puedo contar qué tal fue.

Salí de Öhringen el miércoles a las 20:30, y doce horas mas tarde (incluyendo tres interminables horas en la estación de Núremberg, donde por cierto, los jóvenes hacen botellón por la noche) estaba llegando a Hamburg-Altona, donde me recogió Aitor, desayunamos a la portuguesa, soltamos las cosas en casa de Uxía y a explorar la ciudad que nos fuimos.

Con esa mañana ya puedo decir que me encanta Hamburgo, y eso que cuando pasamos por St. Pauli (uno de los barrios míticos, algo así como Prenzluer Berg en Berlín o Malasaña en Madrid) fue por la mañana y apenas había gente en las calles. Anduvimos por St. Pauli hasta llegar más o menos al puerto, que a pesar de ser un puerto fluvial, huele a mar, y tiene gente que se baña, aunque de eso mejor hablo luego. Nos dejamos engañar por la Lonely Planet (o más bien Aitor se dejó engañar por lo que yo entendí de la Lonely Planet) y al final llegamos a nuestro destino, que era la plaza del ayuntamiento.
Allí cayeron una salchichaca y la primera de muchas cervezas. Estando allí, quedamos con Uxía para ir a comer pescaíto en un bar portugués y después de llenarnos la panza fuimos a dar una vuelta a ver si bajábamos un poco la comida. Luego llegamos a casa de Uxía para descansar un momento antes de empezar la noche. Pero, claro, cuando uno ha dormido sólo tres horas en el tren y se da un palizón de andar, sabe cuando cierra los ojos, pero no cuando los va a volver a abrir.

El caso es que Aitor y yo escalamos a la cama de Uxía, y cuando me desperté, desperté a Aitor y tuvimos la siguiente conversación.

Yo: ¿Qué hora es?
A: Más de las diez, podemos seguir durmiendo, que ya no vamos a salir
Yo: ¡¡Que van a ser más de las diez!! Si todavía es de día.

Efectivamente, eran más de las diez y todavía era de día. Pero ya estábamos despiertos, así que nos pusimos a cenar (algunos más que otros ;-P ) y a youtubear un rato antes de acostarnos. Hablando de acostarse, algunos dormimos en la alfombra voladora de Aladino, una pena no haberle echado una foto.

Al día siguiente, nos levantamos cuando los gallos ya están afónicos de tanto cantar, desayunamos, charlamos, recogimos las cosas, y nos fuimos a comer carnaca (Nota: las compañeras de Uxía son veganas talibanas, así que la hemos cuidado lo mejor que hemos podido, nos hemos sacrificado por ella, y hemos ido a comer carne y pescado). Estando allí, llegaron dos amigos de Uxía que viven en Kiel, y nos fuimos los cinco a la playa.

¿Playa dices? ¿no habíamos quedado en que Hamburgo no tiene mar, sino que tiene río? Sí, dejadme que os explique. Tiene un puerto fluvial (pero no como Sevilla, que el río es navegable, pero el puerto es de mentira, sino un puerto de verdad), de hecho es el puerto más importante de Alemania y uno de los más importantes del mundo; así que los hamburgueses le han echado imaginación, han montado unos cuantos ciriguitos, han echado arena, y ya tienen playa (¡si es que los alemanes son más apañaos cuando quieren!).

Nosotros optamos por irnos a las piedras a remojarnos un poquito los pies.









O esa era la idea en principio, porque al final yo acabé estrujando la camiseta de lo mojada que acabó.









Y es que cada vez que pasaba un barco llegaban olas, y claro, una persona normal a lo mejor se aparta para que no le mojen, pero yo, que me disfrazo de Herr Risquez de lunes a viernes todas las semanas, en Hamburgo he estado de vacaciones, así que me he olvidado del Herr Risquez y he vuelto a ser ese Antonio que se saca una pichilla de mentira para hacerse una foto con el Maneken Pis en Bruselas.

Después de la tarde en la playa nos fuimos a comernos unos Dürüms y a casa de Uxía a cambiarnos, a descansar un poco los ojos, a resucitar y a salir por St. Pauli, a tomarnos unas caipirinhas y unas birrillas.

Ya al día siguiente, lo de levantarse sí que fue un despropósito total y acabamos levantándonos para mediodía. Pero, oye, que estábamos de vacaciones, y que ya habíamos visto lo más importante (o eso creía yo). Uxía tenía una comida de trabajo (lo que traducido al universo Hamburgo signfica "tenía que ir a una barbacoa"), así que Aitor y yo nos fuimos a ver qué nos faltaba por conocer y, contra todo pronóstico, acabamos comiendo pescado.

Nos volvimos a recorrer casi toda la costa de la ciudad y acabamos en un bar portugués donde casi no hacía calor tomándonos un café con leche. De allí fuimos a visitar un par de edificios que nos quedaban por ver, y de casualidad llegamos a St. Georg, que es otro de los barrios míticos de Hamburgo (Reflexión personal: en serio ¿qué hago en mitad de los bosques de Baden-Würtemberg existiendo ciudades de verdad como Hamburgo?).

Luego, vuelta a casa de Uxía, a hacer una tortilla al más puro estilo españoles-fuera-del-terruño y ensalada de cuscus con tomates y champiñones, vegana pero muy rica y, lo más importante, a dar buena cuenta de las cervezas y el vino que teníamos ¿para qué salir de fiesta cuando ya la teníamos en casa?

Y así, entre risas y cervezas acabó la última noche en Hamburgo. Al día siguiente Aitor y Uxía se levantaron una hora más temprano de lo que tenían que hacerlo sólo por acompañarme a la estación y ocho horas más tarde (retrasos de trenes y pérdidas de enlaces incluídos) acabó el puente.

Pocas veces me he alegrado tanto de unas vacaciones y me ha recargado tanto las pilas un puente.

Sed felices, y no os vayáis de este mundo sin haber estado al menos una vez en Hamburgo ;-)

5 comentarios:

Marta dijo...

contenta de que HH gane puntos en mi gente. asi ando #tocadoxhh desde 1993, qué heavy!
buen relato, me imagino, os imagino a la perfección
bs mil

uxía dijo...

¡me alegro de que te haya gustado hamburgo! muchas gracias por sacarme de mi carcel de tofu por un par de días :-) y muchas gracias también por las correcciones de la traducción, me acabn de escribir que pasé la prueba yuhuuuuu te debo una caipirinha en st pauli. bico

afra dijo...

Muchas gracias a ti por acojernos. Y ¡felicidades por lo del trabajo!
No em digas dos veces lo de la caipi en St. Pauli, que me olvido de las 13 horas de viaje hasta el norte y me planto allí ;-)
Bicos

Anónimo dijo...

Muchas gracias. Leo tus descripciones detalladas y comentarios de pasada de tantas cosas (el día hasta las once de la noche, las playas en los ríos, los dürüms, las salchichas en las plazas y cervezas en las terrazas...) y es como volver durante unos minutos.

afra dijo...

Pues ya sabes, cuando puedas anímate. Que yo tenía ganas de Hamburgo desde que, viviendo en Berlín, vinieron a verme mis amigos de Córdoba justo el finde que se fueron mis amigos Erasmus con la furgoneta.
Nunca me cansaré de decir que ciudades con Berlín o Hambugo son la Alemania qe me encanta, en la que me quedaría a vivir para siempre... y no la suabia profunda esta en la que estoy ahora.