viernes, 11 de noviembre de 2011

El extraño caso de Antonio y el señor Rísquez

Al igual que en la famosa novela de Robert Louis Stevenson, dentro de mí existen dos personas diferentes (aunque muy entrelazadas): Antonio y el señor Rísquez.

El señor Rísquez (casi) nunca lleva zapatillas de deporte, sino que lleva botas o zapatos; Antonio sólo lleva botas cuando hace mucho frío o llueve y no le gusta demasiado llevar zapatos.

El señor Rísquez lleva camisas de colores o rayas, pero nunca lleva camisas de colores claros. Antonio nunca lleva camisa; es más, considera que - a menos que vaya acompañada de corbata, chaleco, chaqueta y pantalones de pinza - no deberían existir.

El señor Rísquez pronuncia todas las eses y las dés, habla muy despacio y con total claridad. Antonio a veces habla tan farfullero que no le entiende ni su propia familia (eso es genético, también le pasa a su primo y a su abuela), nunca pronuncia las eses finales de las palabras y siempre le encanta usar palabras como "saquito", "llegarse" o "pego" y expresiones como "no ni ná", "vete a pegarle peos a una lata", "acuéstate que estás penoso" o "a volar, joven".

Cuando alguien le pregunta al señor Rísquez por su facebook, él responde "¿qué es eso de facebook?"; cuando alguien le pregunta a Antonio por su facebook, él le da su facebook, su cuenta de twitter, la dirección de este blog y le manda un email de esos que hay que usar un calendario para cronometrar el tiempo de lectura.

Al señor Rísquez le encanta enseñar, pero a veces está demasiado apegado a las reglas; a Antonio le encanta actuar, bailar, reír, viajar, querer, brincar, cocinar y rascarse esa panza redonda y grande como la luna que tiene (bueno, el señor Rísquez también tiene una panza considerable) y las reglas... en fin, digamos que considera que las reglas son más orientaciones que leyes.

El señor Rísquez siempre tiene una sonrisa pintada en la cara que anima a sus alumnos a hablar español; Antonio tiene días buenos y días malos (pero es consciente de que los demás no tienen que tragarse sus días malos... a menos que sean los causantes), así que algunos días tiene una sonrisa que le hace sombra al sol, pero otros días tiene una cara que le llega hasta el suelo.

El señor Rísquez no suele levantar demasiado la voz (aunque es capaz de lanzar miradas que hablan mucho más alto que un megáfono), pero tampoco le habla al cuello de su camisa, habla para que le oigan perfectamente los alumnos de la última fila sin que los de la primera tengan que taparse los oídos; Antonio a veces habla tan alto que le oyen desde la otra punta de la calle y a veces habla tan bajito que no le oye ni el propio cuello de su camiseta (os recuerdo que a Antonio no le gustan las camisas).

Al señor Rísquez le encanta preparar exámenes en los que los alumnos tengan que demostrar no que saben reglas y palabras, sino que saben comunicarse, por eso los alumnos tienen que escribir textos, cartas, postales, emails, conversaciones, etc.; Antonio odia corregir esos exámenes porque se queda sin tiempo libre para otras cosas (como rascarse esa panzota que tiene).

El señor Rísquez no habla de política ni de partidos; Antonio parece que tampoco habla de política, pero es porque no habla de partidos, porque es consciente de que la política es mucho más que apoyar a un partido u otro y muchísimo más que ir cada cuatro años a echar un papelito de colores en una urna trasparente (Antonio piensa que la política es pensar, comparar, debatir, conversar, compartir, explicar y dejar que le expliquen a uno, estar abierto a otras ideas, pero no dejar que anulen las propias...)

Al señor Rísquez le encanta descubrir nuevos materiales didácticos y que le manden (o comprar él mismo) libros, juegos y actividades para sus alumnos; a Antonio le encanta crear él mismo los materiales (y el señor Rísquez se lo pasa pipa usándolos), y todavía no acaba de creerse que otros profesores hayan usado sus ideas porque las consideran buenísimas (a pesar de haberlo visto con sus propios ojos). (Bueno, en esto se parecen un poquito)

El señor Rísquez trata a todos sus alumnos por igual; Antonio tiene alumnos favoritos y está deseando que hagan de una vez la selectividad para encontrárselos en el Oktoberfest, estar con ellos de tú y tomarse una caña juntos.

El señor Rísquez va siempre (más o menos) bien peinado; Antonio tiene unos pelos de loco por los que su padre siempre está quejándose, y cada vez que puede (de forma totalmente inconsciente) se despeina un poco más.

El señor Rísquez huele a colonia; a Antonio le huelen los pies (pero no tanto como a esa pequeñaja que a veces le llama "tito" y que siempre le arranca la mejor de sus sonrisas) y ronca (pero sólo cuando ha salido de fiesta).

El señor Rísquez escribe textos sencillitos para que los entienda gente que no sabe mucho español; Antonio escribe entradas de blog que a veces no entiende ni él mismo.

Todo lo que hace el señor Rísquez tiene una razón de ser, porque además todo lo ha preparado con antelación; Antonio a veces escribe entradas que no vienen a cuento nadie sabe muy bien por qué (ni siquiera él mismo).

La gente que conoce a Antonio no acaba de imaginarse al señor Rísquez y la gente que conoce al señor Rísquez no acaba de imaginarse a Antonio.

Además hay un tercero en discordia, que es afra (al que le hacen entrevistas y todo), pero a ése ya lo conocéis más o menos (y es que 218 entradas y 846 tuits dan para mucho), aunque en el fondo espera no dejar nunca de sorprenderos.

Eso sí, la gente que conoce al señor Rísquez ni siquiera puede imaginarse que afra existe.

5 comentarios:

Blanca dijo...

Y a mí me encantan Antonio, Señor Risquez (aunque es verdad que me cuesta imaginarlo) y afra!!! jejeje

afra dijo...

Y si te digo que el señor Rísquez les tira un peluche (que se llama Manolo) a sus alumnos para animarles a halar ¿es más fácil que te lo imagines?

Mari dijo...

Jajaja... que bueno, eres un crack Antonio, o como quieras llamarte... :)Te queremos en todas tus versiones! Hasta de señor cuervo...

Irene dijo...

Yo tenía una profe de alemán que también hacía lo del peluche! Jo, Antoñito, a ver si nos vemos pronto y me explicas cómo tener tan separadas la personalidad laboral y la de verdad, porque creo que yo me paso de genuina dando clase y no puede ser! Claro que lo mío son particulares.. El texto es genial, por cierto

afra dijo...

Irene, !qué alegría verte por aquí! en realidad no las tengo tan separadas, a veces Antonio es un poco demasaido alemán y el señor Rísquez es demasiado poco alemán :)
Lo mismo nos vemos pronto, ¿sabes que Viena no está EXCESIVAMENTE lejos de Öhringen?