jueves, 7 de febrero de 2013

Boda

Por si no os habíais dado cuenta ya ha empezado febrero, mes de Andalucía (por aquello del 28-F), mes del carnaval y mes de se-me-cae-la-casa-encima-y-no-me-pilla-dentro, bueno, en realidad todos los meses son un poco así, pero éste especialmente. Si ya es corto de por sí (que 28 días se pasan volando), yo encima aprovecho y desaparezco. Es como estar de vacaciones, pero trabajando. El mes empezó con unas vacaciones de mentirijilla y yo lo empecé por todo lo alto, es decir, yéndome de boda/reencuentro Erasmus a Madrid. Viernes: Osna-Ámsterdam-Madrid; sábado: Boda; domingo: Madrid-Ámsterdam-Osna; lunes: a las 6:10 en planta, como cada día.

Pero lo que me queda por delante es de órdago. Este domingo me voy a Barcelona con 14 alumnas y una profe que no habla ni una palabra de español, estamos por la zona hasta el martes 19, y el viernes de esa semana me voy a Granada de despedida de soltero, vuelvo el domingo y el lunes, de nuevo a las 6:10 en planta. No me gusta la fiesta... ni ná.

Pero ¿cómo fue la boda? Pues como todas las bodas a las que he ido: de puta madre. Hacía fresquete, fue en el centro de Madrid, y lo importante, volví a ver a gran parte de mi núcleo duro de Berlín. Uno ya tiene una niña, otra se nos ha casado (la de la boda, obviamente), dos están a punto de acabar el MIR y ver qué hacen con su vida, otra es funcionaria de la UE y vive en Luxemburgo, a otro les seguís más o menos la pista en este blog.

Fue como si no hubieran pasado casi siete años desde esto. Algunos tenemos más kilos, menos pelo y barba (que entonces sólo había perilla), pero parecía que el tiempo se hubiera detenido. Después de la boda, la comida y la barra libre (con su baile correspondiente) y nosotros hasta el final que ya se fue el DJ y nos echaron, dejamos a la ya señora casada con sus amigos de toda la vida y nos fuimos a un bar, donde había gente que algunos conocimos en ese mismo momento, y de allí a otro, muy pequeño, sin muchas luces, en el que las fotos salen rojas, con un DJ en el que nos regalaron chapas con la cerveza. Todo como muy berlinés, pero sin Berlín. Y ahora pensando me doy cuenta de por qué. Para nadie que haya vivido en Berlín, el Dog & Roll es berlinés, es más, si yo lo hubiera descubierto otro día, tampoco lo sería para mí, pero mi Berlín está hecho de recuerdos (ya incluso he descartado la idea de intentar volver a vivir allí alguna vez, si alguna vez ocurre será una casualidad del destino), este fin de semana esos recuerdos han vuelto a la vida en Madrid.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué fuerrrrrrrrrrrte me parece que me entere de que tenías un blog berlinés... AHORA.

afra dijo...

Y a punto estuvo de morir con Berlín, menos mal que después me fui de Córdoba y me abrí uno de blogspot, porque ese era un espacio de hotmail, con sus fotos y todo, pero que daba una pereza actualizarlo que no veas.