domingo, 6 de febrero de 2011

Deformación de Crailsheim

Pues siguiendo la estela que ya comenzamos hace un par de semanas, este finde hemos estado de deformación otra vez. Después de hacer varias gestiones en Öhringen, de las que hablaré otro día, y de llevar la compra a mi casa, puse rumbo a Crailsheim (el pueblo de Paula, para quienes acabéis de llegar), y claro como fui el primero en llegar y ya soy un veterano en el pueblo, pues ya me fui directo para su casa y allí que estaba ella esperándome con una cervecita en cada mano (hay quien dice que la confianza da asco... es mentira, la confianza, me encanta). Al cabo del rato, volvimos a la estación a recoger a Aitor y Sonia, vuelta a casa de Paula a soltar las cosas y terminar las cervezas y salimos a investigar el pueblo (aunque yo ya lo tengo más que investigado... o eso creía hasta este finde).

Nuestra intención era entrar en el bar berlinés de Crailsheim, pero como había concierto, estaba llenísimo, así que nos fuimos al San Remo, un restaurante italiano, pero esta vez no me hice amigo de la camarera, de todas formas nos invitó a un chupito de nosequé con nosecuánto de mandarina, que es lo importante. Por supuesto, con la comida cayeron otro par más de cervezas.

Descartada la idea del berlinés, y como somos de piñón fijo, una visita a Crailsheim no podía acabar sin pasar por el irlandés. Y, contra todo pronóstico, no nos tomamons ninguna Heffeweizen... porque nos tomamos una jarra de Kilkennis y otra de Guiness. En ese estado y después de que un DJ sordo nos echara, nos plantamos en la sala de fumadores del irlandés (que también es la sala de juegos) y allí que estuvimos jugando al futbolín y a los dardos y dándole por saco al camarero para que nos sacara las pelotas que siempre se nos quedaban dentro... las pelotas del futbolín, se entiende.

Después de que acosaran un rato a Paula y un friki intentara ligar con ella, y antes de que ella le dijera "Contigo no bicho", decidimos irnos al Kantine 26. No sé si ya he hablado del sitio por aquí, pero para que os hagáis una idea sólo diré que llegó un momento en el que estábamos dándolo todo bailando a los Back Street Boys (¿Merecemos morir por ello? Espero que no, pero ¿quién puede asegurarlo?). Después de comprobar lo largas que pueden llegar a ser algunas canciones como la anteriormente mencionada o la de Umbrella ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela ela.......... decidimos volver ya a casita.

Cada comida tiene su sobremesa... y cada salida pues también. Al llegar a casa, nos apoltronamos en los sofás de la entrada, con una birrita cada uno, y allí nos dieron las cinco de la mañana. Como a más de uno (en especial al que escribe) se le estaban cayendo los párpados, decidimos inaugurar los sobres y darnos las buenas noches (una pena que al final no jugásemos al Jägeruno... lo dejaremos para la próxima).

Y esta mañana estaba prevista una vista a Ansbach, pero con el día tan bueno que ha hecho (sol espléndido, temperaturas por encima de cero grados, y casi de cinco, diría yo) y después de un desayuno de campeones resacosos, hemos decidio pasear por Crailsheim, porque nosotros lo valemos.

Hemos buscado una terracita para tomarnos unas birritas o unos cafés al sol cual guiris en la Corredera, pero se ve que el domingo es el día del señor y las terrazas están cerradas; así que nos hemos tenido que conformar con degustación cervecil en la cafetería del frente de juventudes y luego un paseíto para que nos diera el sol y comida en el kebab.

Y poco más que contar. Porque hay cosas que no hay que contarlas, hay que vivirlas; así que ¿quién se apunta a vivir mi mudanza en vivo y en directo cuando se produzca? :-)

1 comentario:

Anónimo dijo...

bueno vale, pero sólo por ser tú dejaré de estudiar y haré un break p'ayudarte eh!!! pero me lo tendrás que compensar con..... cervecitas claro!!!
Paula